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Mostrando entradas de junio, 2019

Solemnidad de San Pedro y San Pablo

APRENDER DE PEDRO… Hoy nos unimos a toda la Iglesia para la celebración de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Ambos son columnas de la Iglesia.  Hoy distraeré tu atención sobre Pedro. Es un personaje interesante porque es un ejemplo cercano de la vida ordinaria del creyente.  Pedro era un hombre normal. Sabemos que era trabajador, pescador, estaba casado. Era un hombre extremadamente pasional. Era un hombre con debilidades. También era un hombre que amaba a Jesús. En todo eso se parece a nosotros. Nada de lo que acabamos de describir le resultó un obstáculo para seguir a Cristo, para dar testimonio de Cristo Jesús, y para ser santo. Sus tiempos eran mucho más duros que los nuestros y, a pesar de todo eso, fue capaz de mantenerse firme. San Pedro hizo algo que debemos hacer: profesar personalmente la fe en Jesucristo. En el Evangelio escuchamos que el Señor hace la pregunta: ¿Ustedes quien dicen que soy yo? Pedro se hace adelante y da su respuesta perso

Nuestra fe en la Eucaristía

Si hay alguna riqueza en la Iglesia es nuestra fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Por las palabras del sacerdote el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, con su alma y divinidad. Es Dios con nosotros. San Pablo ya da testimonio de que celebraban la Eucaristía en las primeras comunidades cristianas. Hace un relato perfecto de la Santa Misa. Y a los Corintios les recuerda que en la Eucaristía está presente Jesús con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad (1Co 11, 27 – 29). Cada generación debe renovarse en la fe en el Señor Jesús. Siempre. Y es un esfuerzo que no debe dejar de hacerse. Podríamos hacer muchas consideraciones, pero la primera de todas es ésta: No olvidar jamás que es Dios quien se ha quedado con nosotros. Si bien Jesús es nuestro amigo y nuestro hermano, no deja de ser Dios y tampoco deja de merecer todo nuestro respeto a la majestad divina. La Iglesia ha aceptado y transmitido una

La verdad plena

            El mundo de hoy se mueve en un espiral de noticias, verdaderas unas, falsas otras. Y las tendencias políticas expresan de diferentes maneras la misma realidad, existe una lucha por el manejo de los medios para poder controlar la forma de las noticias y así poder manejar a la población. Y así, por ejemplo, podrán tener discutiendo a la población si un determinado jugador de futbol es mejor que otro; si es mejor una determinada ley permisiva o no; o si un determinado presentador de televisión traspasó los límites de la decencia o no. Y así, las personas pueden entrar en una vorágine de noticias, que no sabe con certeza si es verdad o no, y, además, no tiene ninguna consecuencia en su vida (salvo la de perder tiempo discutiendo esas cosas).             Hoy la verdad es un reto, pero no la verdad noticiosa: la verdad sobre las cosas más profundas, la que dan un significado a la propia vida y la que nos permite ver el mundo desde otra perspectiva.             En el Evang

Pentecostés: La mano del Pintor

Cuentan que en una ocasión alguien fue a visitar un pintor y se fijó que en su taller tenía una variedad de pinceles. Entre los pinceles, había algunos que parecían deformes o tenían defectos. El curioso visitante le hizo la observación al maestro y le sugirió que desechase esos pinceles que no servían para nada y ocupaban espacio en su taller. El maestro, con paciencia, le explica a su visita que esos pinceles que llamaba deformes o defectuosos los usa también. Esos pinceles les proporciona unos trazos únicos que, realizados en un cuadro, lo convierten en arte. Algo similar ocurre en la Iglesia. Todos los que hemos recibido el sacramento del bautismo hemos recibido la condición de hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Tenemos la misma dignidad a los ojos de Dios. Sin embargo, no todos somos iguales. Cada uno de nosotros posee una historia distinta, unas virtudes y potencialidades diferentes. No obstante siendo diferentes, todos ayudamos a la construcción de la Iglesia.

La Ascensión del Señor: ¡Vengan conmigo!

Lo decimos en el Credo: Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y eso tiene un gran significado para nosotros. En el prefacio de la Misa de este domingo escuchamos: Porque el Señor Jesús, rey de la gloria, triunfador del pecado y de la muerte, ante la admiración de los ángeles, ascendió hoy a lo más alto de los cielos, como mediador entre Dios y los hombres, juez del mundo y Señor de los espíritus celestiales. No se fue para alejarse de nuestra pequeñez, sino para que pusiéramos nuestra esperanza en llegar, como miembros suyos, a donde Él, nuestra cabeza y principio, nos ha precedido.             Y no es cosa de poca importancia. Al contrario. Ya lo escuchamos en la Carta a los Hebreos: “ Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros ” (Heb 9,24)             Nuestro amigo, nuest