Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2018

Reflexiones sobre el sacerdocio 2

La condición humana es un requisito fundamental en el sacerdocio. Es un hecho innegable: “ Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados ” Es un absurdo la excusa de algunos de decir que no se debe aceptar a los sacerdotes porque son hombres como nosotros. ¡Al contrario! Es precisamente la condición necesaria porque su misión es representar a los hombres y servir a los hombres en las cosas que tienen que ver con Dios. En otras palabras, servir en el culto, en la liturgia. Es precisamente su condición humana la que le permite comprender las alegrías y las tristezas, las preocupaciones y las esperanzas, las virtudes y las debilidades de los hombres: “ puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades ” ¿Por qué confesar los pecados a un hombre? Porque puede comprendernos y porque puede darnos el perdón de Dios.

A ejemplo de Bartimeo

El pasaje del Evangelio de hoy es muy sencillo, pero rico en enseñanzas para nuestra vida. Abusando un poco de la ocasión, la reflexión de hoy la haremos en modo lectio divina . El Señor Jesús va de Jericó a Jerusalén. Va hacia su destino, a la entrada triunfal en Jerusalén. En los caminos que llevan a Jerusalén era normal encontrarse con personas que sufrían algún tipo de discapacidad. Ellos se sentaban a la vera del camino a pedir limosna. El ciego Bar Timeo, al escuchar el ruido del tumulto, pregunta quién va. Y le dicen: es Jesús. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Bartimeo no tiene miedo en profesar su fe en Cristo. En medio de la turba comienza a gritar a Jesús reconociéndolo como el Mesías. No olvidemos que Israel sabía que el Mesías sería un “hijo de David”. Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.» La gente le pedía que se callara, pero él gritaba

Reflexiones sobre el sacerdocio I

En estos próximos domingos, la segunda lectura de la Santa Misa nos ofrecerá algunas notas sobre el sacerdocio, tomado de la carta a los Hebreos. En el Antiguo Testamento, Dios instauró en el Pueblo de Israel el sacerdocio ministerial: Había un Sumo Sacerdote, que sería un descendiente de Aarón, una familia sacerdotal y una tribu sacerdotal (la de Leví, de allí el nombre de levitas). El Sumo Sacerdote era el responsable de todo el culto y quien, ante Dios, representaba a todo el pueblo de Israel. El autor de la Carta a los Hebreos da por sentado que el sacerdocio israelita ya no tiene sentido: el Hijo de Dios se hizo hombre y ha sido constituido el Sumo y Eterno Sacerdote. Él nos representa delante de Dios Padre: “ Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios ” (Heb 4, 14). La confianza en Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, debe ser total porque es uno de nosotros. Ha vivido en esta tierra como uno de nosot

La grandeza está en el servicio

En el Evangelio de nuestra Misa, tomado del Evangelio según San Marcos, hemos escuchado un hecho que casi causa indignación: dos hermanos, Santiago y Juan, ambos Apóstoles, piden a Jesús que cuando se instaure su Reino ellos estén a su lado. Jesús le dice que hay una condición: hay que pasar por muchos sufrimientos (a eso se refiere cuando habla del bautismo que ha de recibir). Ellos dicen que están dispuestos. Jesús le dice después: “ el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado ”. Los demás Apóstoles se indignaron. Por lo visto, la razón de su molestia no estaba en que ellos pidieran un puesto privilegiado, sino que quisieran ponerse por encima de los demás. Y aquí, Jesús muestra por qué lleva el título de Maestro. La grandeza no está en ocupar un puesto de “poder”, sino en servir a los demás: “ Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que q

Las riquezas del espíritu

En una homilía de hace unos cinco años (21.06.2013) el Santo Padre Francisco dijo esta frase: “Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca”. En esa ocasión invitaba a que nos preocupáramos por acumular bienes que valen verdaderamente a los ojos de Dios. Hoy las lecturas nos invitan a reflexionar en ese sentido. En la primera lectura del libro de la Sabiduría (7, 7-11) el autor dice que pidió sabiduría y le fue concedida. Ese espíritu de sabiduría le era mas valiosa que todas las riquezas y que la prefiere a ellas. Ahora bien, esa sabiduría no consiste en la acumulación de todas las ciencias, historia y filosofía. Se refiere a otra cosa: al gusto por las cosas de Dios, la capacidad de discernir lo mejor que debo hacer y a distinguir lo bueno de lo malo (1Re 3, 9). Esa sabiduría no se puede alcanzar sin el trato con el Señor en la oración y sin encontrarse con Él en la Palabra. Los cristianos católicos hemos de redescubrir la fuente de sabiduría y espi

El matrimonio no es una cuestión de opinión

Una de las críticas que los políticos y los opinadores de oficio han hecho a la Iglesia Católica en los últimos años es su oposición al divorcio. Opinan y exigen estos políticos que la Iglesia debería adecuarse a los tiempos y cambiar de posición. Olvidan estos políticos ignorantes que la Iglesia no debe su acción a las opiniones de los hombres, sino a la fidelidad a la palabra de Jesucristo. En el Evangelio de hoy hemos escuchado lo que ha sido la Voluntad de Dios desde el inicio: “ desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre ”. Sin duda alguna, la institución matrimonial hoy sufre fieros ataques y desde muchos ámbitos. Los medios de comunicación quieren transmitir un modelo de vida que dificulta la vida matrimonial al promover la infidelidad y la mentalidad