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Es difícil entrar si no abres la puerta


Es clásica la situación siguiente: alguien toca la puerta; de adentro preguntan: “¿Quién es?” El de afuera se identifica y el de adentro responde: “pasa”. El de afuera intenta entrar y encuentra que la puerta está cerrada. El de afuera avisa al de adentro: “es difícil entrar si la puerta está cerrada”.
Algo similar ocurre en este tiempo de Adviento.
Es un tiempo de preparación para la Navidad en donde todo cristiano está invitado a hacer un examen de conciencia para identificar qué cosas son un obstáculo para que Jesús se haga presente en nuestras vidas. Es un tiempo en el que Jesús quiere entrar en nosotros pero encuentra muchas veces la puerta cerrada.
La primera lectura y el Evangelio de la Misa de hoy nos invitan a poner nuestra vida en orden, solo entonces “se revelará la Gloria del Señor y todos los hombres la verán”. El demonio ha sido hábil en desdibujar  la presencia de Jesucristo en este tiempo de Navidad. Las señales son inequívocas: se dice que la Navidad es tiempo de paz y amor pero se dice poco que es el nacimiento del Salvador; el personaje central es un señor gordo que vive en el polo norte y que tiene una fábrica de juguetes al que hay que escribirle una carta pidiendo regalos; la gente se preocupa más por las luces, los adornos, los estrenos, los regalos... pero nada para el verdadero cumpleañero.
En el tiempo de Adviento Jesús quiere entrar de manera especial en nuestras vidas. El gran peligro real es que centremos toda nuestra atención en cosas externas dejando a Jesucristo de lado, dejando cerrada la puerta del corazón.
El tiempo de Adviento es preparación para Navidad: con la oración, meditación y examen de conciencia. Si no abrimos las puertas, difícilmente puede estar Jesús con nosotros. No te dejes llevar por el materialismo: allana el camino de tu vida para preparar la venida del Señor.
¡Jesús te bendiga!

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