Mantengamos firme la profesión de nuestra fe.
Todos, en mayor o en menor medida, hemos experimentado algunas ocasiones en las que se pone a prueba nuestras propias convicciones. De hecho, no es raro que algunas personas se sientan decepcionadas porque confiaban en la bondad de alguna persona o en la eficacia de algún producto o institución. También, por lo que se refiere nuestra fe en Cristo Jesús, muchas veces habremos experimentado y experimentaremos que nuestra fe se pone a prueba.
En no pocos momentos de nuestra vida vamos a sentir que las situaciones pueden superarnos. La diferencia entre la persona que tiene fe y la persona que no lo tiene está en la esperanza en Cristo Jesús. En la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, el autor invita a tener confianza en Cristo Jesús que está a la derecha del Padre y que se muestra cercano a nosotros porque él mismo también padeció la adversidad.
En el Evangelio escuchamos cómo ante la petición de la madre de los hijos del Zebedeo, el Señor pregunta a Santiago y a Juan: "¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?". El Señor, con el término 'bautismo', quiere referirse a una dura prueba, similar a la que habría de pasar Él en el momento de la pasión.
No debe quedarnos duda de que a lo largo de nuestra vida vamos a experimentar momentos difíciles. Y en esos momentos difíciles hemos de tener presente dos cosas: en primer lugar, nunca hemos de olvidarnos del nombre de Cristo Jesús. Somos personas de fe y tenemos siempre presente al Señor, especialmente en los momentos de adversidad.
En segundo lugar, consideremos que en algún momento podremos flaquear. Nuestra naturaleza humana es débil en algunas ocasiones. Pero aún en esas circunstancias no hemos de perder nuestra esperanza y confianza en Jesucristo que está siempre dispuesto al perdón. Así lo escuchamos en la segunda lectura: "Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno".
Vamos a tener tentaciones, vamos a experimentar tribulaciones y estaremos sometidos a situaciones que harán todo lo posible para que apartemos el corazón de Cristo Jesús. En esos momentos, "mantengamos firme la profesión de nuestra fe". Es nuestro testimonio. Y si somos débiles y ofendemos a Jesús, no desesperemos. Él está siempre dispuesto a perdonarnos porque nos ama.
Mantengamos firme la profesión de nuestra fe en Cristo Jesús para quien es toda la gloria, el honor y el poder por los siglos de los siglos.
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