Ir al contenido principal

La disposición es todo

 

Las lecturas de nuestra Santa Misa son de una belleza singular y toda reflexión que se haga sobre ellas será buena y provechosa. Hoy te dejaré una muy sencilla.

El secreto está en la disponibilidad después del anuncio. Me explico.

En la primera lectura, Samuel tiene una experiencia particular que Elí no acierta a discernir al inicio. Luego le hace saber a Samuel que es el Señor y le dice que se muestre dispuesto: “Ve a acostarte y si te llama alguien responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’” (1Sam 3, 11). En el evangelio escuchamos como Juan el Bautista les anuncia a sus propios discípulos a Jesús: “Este es el Cordero de Dios” (Jn 1, 36). Juan y Andrés se manifiestan dispuestos a conocer mejor a Jesús y tener una experiencia con Él: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa “maestro”). Él les dijo: “Vengan a ver” (Jn 1, 38 – 39).

Hay dos momentos en estos pasajes. El primero de ellos es el anuncio. Elí le dice a Samuel que es el Señor. Juan Bautista dice a los discípulos que Jesús es el Cordero de Dios (figura perfectamente conocida por los judíos de la época). Uno y otro recibieron el anuncio de quien era el Señor.

En un segundo momento tiene lugar la respuesta; respuesta que implica la vida misma. Samuel respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha” (1Sam 3, 10). Juan y Andrés recibieron la invitación del Señor y su respuesta fue: “Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día” (Jn 1, 39). Samuel, Juan y Andrés tenían la disposición de encontrarse con Jesús y cumplir su voluntad.

La clave está en la disposición de cada uno por responder al anuncio que nos hacen de Jesús. No puede haber una respuesta de creyente si no nos anuncian primero a Jesús. Sin Jesús no hay cristianismo. Habiendo sabido quien es Jesús entonces tendrá lugar nuestra respuesta.

Nuestra Iglesia debe volver a esto. Eso es lo que se llama la nueva evangelización. Ya nuestra sociedad no transmite la fe —no existe la cristiandad— de tal manera que debemos anunciar nuevamente a Jesucristo. Solo así podrán suscitarse respuestas de seguimiento.

Solo cuando hayamos conocido a Jesús, Dios y Salvador, podremos decir con sinceridad: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Sal 39, 8-9).

Bendiciones para todos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

1) Composición de lugar             El Señor está consciente de que su hora de morir ha llegado. 2) Confianza y abandono La oración de Jesús, en este momento de sufrimiento —« Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu »— es un fuerte grito de confianza extrema y total en Dios. Esta oración expresa la plena consciencia de no haber sido abandonado.

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

1) Lo que esperamos obtener de Dios no siempre es lo mejor para nuestra vida . Más de una vez nos habremos dirigido al Señor pidiéndole algo seguramente importante. Y más de una vez el Señor no nos concedió lo que le pedimos. Sin embargo, no nos debe quedar la menor duda de que lo que ocurrió redundará siempre en nuestro bien, aunque en el momento no lo entendamos o no lo veamos con claridad. Marta y María le mandan a avisar a Jesús que Lázaro está muy mal. Jesús no responde inmediatamente. Finalmente, Lázaro fallece. Cuando Jesús se hace presente, Marta le dice: “Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”. Marta esperaba que el Señor sanase a su hermano, pero no imaginó nunca que fue lo mejor que pudo pasar, porque con ello dio una muestra fuerte de su poder y su hermano volvió a la vida. 2) La verdadera vida está en Jesucristo . Hoy el término “vida” está relacionado más con el desorden y el placer. Y eso no es vida. La verdadera vida es la comunión de vida y a

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en nosotros y en la Iglesia?

Es una pregunta interesante. No responderla implica el repetir hasta la saciedad que el Espíritu Santo actúa en nosotros y no tener idea de qué estamos hablando. Básicamente, el Espíritu Santo actúa ordinariamente de dos modos. Primero : El Espíritu Santo nos concede la misma vida de Dios. En los sacramentos, nosotros recibimos la gracia santificante. Esto quiere decir que recibimos la condición de hijos de Dios en el bautismo y, mientras tengamos la intensión de vivir según la Voluntad de Dios (eso es vivir en santidad) conservaremos esa amistad con Dios. Si por debilidad, descuido, pereza o maldad perdemos la gracia de Dios, el Espíritu Santo nos concede el perdón por el sacramento de la confesión. El Espíritu Santo hace posible nuestra vinculación con la familia de los hijos de Dios. Segundo : Con sus dones. En la tradición bíblica y en la tradición cristiana católica se identifican siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, pieda