Ir al contenido principal

Quitando piedras del camino



Las lecturas de la Santa Misa que Dios y la Iglesia nos proponen para nuestra reflexión en este domingo son hermosas y podríamos sacar muchísimo provecho de ellas. Hoy podríamos plantearnos, sin problema, qué cosas pueden distorsionar nuestra vida cristiana, el seguir al Señor Jesús.
La religión cristiana no es para hacer mal a nadie. Santiago y Juan, en vista que no querían recibir al Señor en un pueblo, querían mandar a destruirlo. Y el Señor Jesús les regañó. Quien tenga en el corazón pedir a Dios un daño o mal para otros, está fuera del camino.
El seguimiento a Cristo no es para obtener prebendas y provecho personal. Ante la propuesta de uno de seguir a Jesús, el Señor le responde: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. No quieras seguir a Jesús con la sola intensión de mejorar tu economía personal o para aprovechar y promoverte. El seguimiento debe ser desinteresado y total.
Ante el llamado de Cristo Jesús no hemos de postergar la respuesta. En el pasaje del Evangelio que escuchamos en la Santa Misa, el Señor llama a alguien. Y éste le da el sí, pero ese sí queda en suspenso hasta que se verifique la muerte de su padre. Y el Señor le aclara: hazlo ahora. “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”. Dejar para luego, es dejar en el olvido.
La conversión a Cristo Jesús ha de ser radical. Cuando tomamos la decisión de seguir al Señor Jesús nos convertimos en hombres nuevos. Nos dejamos guiar por su Espíritu, como escuchamos en la segunda lectura. Debemos ser libres y dejar atrás todas las cosas que desdicen de nuestra condición de cristianos: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Siendo fieles a la gracia de Dios y dejándonos guiar por su Santo Espíritu podremos evitar las piedras en nuestro camino, es decir, las tentaciones de distorsionar el seguimiento al Señor.
Que Jesús, el Señor, nos bendiga.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

1) Composición de lugar             El Señor está consciente de que su hora de morir ha llegado. 2) Confianza y abandono La oración de Jesús, en este momento de sufrimiento —« Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu »— es un fuerte grito de confianza extrema y total en Dios. Esta oración expresa la plena consciencia de no haber sido abandonado.

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

1) Lo que esperamos obtener de Dios no siempre es lo mejor para nuestra vida . Más de una vez nos habremos dirigido al Señor pidiéndole algo seguramente importante. Y más de una vez el Señor no nos concedió lo que le pedimos. Sin embargo, no nos debe quedar la menor duda de que lo que ocurrió redundará siempre en nuestro bien, aunque en el momento no lo entendamos o no lo veamos con claridad. Marta y María le mandan a avisar a Jesús que Lázaro está muy mal. Jesús no responde inmediatamente. Finalmente, Lázaro fallece. Cuando Jesús se hace presente, Marta le dice: “Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”. Marta esperaba que el Señor sanase a su hermano, pero no imaginó nunca que fue lo mejor que pudo pasar, porque con ello dio una muestra fuerte de su poder y su hermano volvió a la vida. 2) La verdadera vida está en Jesucristo . Hoy el término “vida” está relacionado más con el desorden y el placer. Y eso no es vida. La verdadera vida es la comunión de vida y a

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en nosotros y en la Iglesia?

Es una pregunta interesante. No responderla implica el repetir hasta la saciedad que el Espíritu Santo actúa en nosotros y no tener idea de qué estamos hablando. Básicamente, el Espíritu Santo actúa ordinariamente de dos modos. Primero : El Espíritu Santo nos concede la misma vida de Dios. En los sacramentos, nosotros recibimos la gracia santificante. Esto quiere decir que recibimos la condición de hijos de Dios en el bautismo y, mientras tengamos la intensión de vivir según la Voluntad de Dios (eso es vivir en santidad) conservaremos esa amistad con Dios. Si por debilidad, descuido, pereza o maldad perdemos la gracia de Dios, el Espíritu Santo nos concede el perdón por el sacramento de la confesión. El Espíritu Santo hace posible nuestra vinculación con la familia de los hijos de Dios. Segundo : Con sus dones. En la tradición bíblica y en la tradición cristiana católica se identifican siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, pieda