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La alegría de la conversión



                Las lecturas de hoy son una invitación a considerar algo que seguramente ya sabemos, pero que olvidamos con facilidad.

                El llamado que hizo el Señor Jesús al inicio de su vida pública (mismo llamado que hace hoy) fue a la conversión: Conviértanse y crean en el Evangelio (Mc 1, 15).

                La conversión es el resultado de reconocer el amor que Dios nos ha mostrado primero; que nuestra vida está llena de acciones que no están bien, que nos dejan un daño a nosotros y los demás; y que respondiendo al amor de Dios, rectifico mi vida dejando atrás el mal que he hecho. Arrepentirse conlleva necesariamente el cambio de vida. Decir: “Sé que estoy haciendo mal” pero no cambiar de vida, no es arrepentimiento.

                La conversión es posible. Contamos con la ayuda de Jesús: Él no nos dejará desamparados, estará siempre dispuesto a concedernos su gracia para que dejemos atrás al hombre viejo y nos revistamos del hombre nuevo según el modelo de Cristo Jesús (Ef 4, 24) Somos de Cristo Jesús: Él nos amó tanto que sin importar lo que habría sido nuestra vida, entregó su vida por nosotros, para que pudiéramos alcanzar la salvación (Rom 5, 8).

                Ése es el deseo más grande de Nuestro Salvador y Señor: conversión. Y el Corazón de Jesús se alegra inmensamente, y junto con Él todo el cielo, cuando uno de sus hermanos se aparta de mal camino: “Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse” (Lc 15, 7).

                El Corazón de Jesús es el símbolo del amor por los hombres. Él no quiere tu condenación. Al contrario. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tim 2, 4).

                ¡Contempla el Amor de Dios en el Corazón de Jesús! ¡Hazte perdonar el mal que hayas hecho y vive una nueva vida en Cristo Jesús! Da un nuevo sentido y un nuevo significado a tu vida, encuentra la Salvación que te trae Cristo Jesús.

                Que el Corazón de Jesús te bendiga hoy y siempre.

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