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La fe es reconocer, aceptar y seguir a Cristo Jesús



Fe no es confianza ciega en algo o alguien (yo le tengo fe a Fulano) tampoco en la esperanza ciega de que algo va a funcionar (tómate esto con fe y verás que te da resultado). Nada de eso es la fe.
La Iglesia nos enseña: “La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras” (Catecismo de la Iglesia Católica n° 176)
La fe es reconocer a Dios que se revela (y la plenitud es Cristo Jesús) y adherirse al Dios que se revela (Cristo Jesús). Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a Cristo Jesús. Y eso nos lo enseña hoy Jesús, el Señor.
En un diálogo con sus discípulos, el Señor quiere sondearlos. Primero, pregunta por lo que dice la gente de Él. Y responden todos. Hace una segunda pregunta: Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? Ahora, contesta uno solo. Resulta llamativo que hablar de los demás es más fácil que dar una respuesta de sí mismo. Lo era entonces y lo es ahora.
El Señor aprovecha para dejar claro a sus discípulos (y nosotros estamos allí también) algunas cosas importantes:
1) Si quieres seguir a Jesús no seas egoísta: no te busques a ti mismo.
2) No rehúyas ni temas la adversidad: toma tu cruz de cada día.
3) Si solo te preocupas por ti, tus intereses, tus proyectos, tus gustos, tus caprichos, dejando a Jesús fuera de tu vida, entonces no gozarás de la salvación que te trae Cristo Jesús ni de la felicidad que él te concede en esta vida y en la eterna.
4) Si a los ojos del mundo, “te pierdes la vida”, es decir, rumbas, placeres y escándalos por tu seguimiento a Cristo Jesús, entonces podrás saborear la felicidad de la vida cristiana y gozarás de la salvación que te trae Jesús.
Todo esto no responde a la lógica humana. La lógica humana te dice que si no tienes, no eres nadie. La lógica divina te dice que si tienes a Jesús, lo demás te vendrá por añadidura, sin excesos, pero te vendrá. 

La lógica humana te dice que la apariencia lo es todo, la lógica divina te dice que lo principal es ser, no parecer. La lógica humana te dice que busques la felicidad en las cosas materiales, no importa si llegas a deprimirte por no lograrlo; la lógica divina te dice que busques la felicidad en el único que puede dártela: Jesús.
En definitiva, la fe en Jesús da sentido a nuestra vida porque Jesús se convierte en el centro y todo adquiere una perspectiva nueva. El egoísmo es una traba para ser felices, la lógica del mundo nos aleja de la salvación.
Tener fe es hacer de Jesús el centro de nuestra vida. Que Jesús nos bendiga.

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