NO TODOS ESTÁN DE ACUERDO CON EL MENSAJE DE CRISTO JESÚS

 Las lecturas de la Santa Misa de hoy parecieran no tener un hilo conductor, en cambio sí la tienen. Hoy las lecturas nos invitan, entre otras cosas, a considerar el hecho de que no todos los hombres darán la misma respuesta a Cristo Jesús. Fundamentalmente, la fe es una respuesta que da la persona. Es sobre todo un acto de la voluntad: La fe es la decisión de aceptar como verdadero el mensaje de salvación de Cristo Jesús y de ponerlo en práctica en nuestra vida.

No debe asombrarnos, entonces, que, ante una misma realidad, algunos la juzguen como positiva y otros, en cambio, como perniciosa. Así, ante el mensaje del profeta Jeremías, algunos lo aceptaban como un mensaje de parte de Dios, mientras que otros lo rechazaban porque ponían evidencia su mala actitud y su mal obrar. La consecuencia: utilizaron todo su poder e influencias para acabar con Jeremías (Jr 38, 4-6. 8-10).

La diversidad de respuestas ante el mensaje de Cristo tiene una consecuencia inevitable. La escuchamos en el Evangelio de hoy (Lc 12, 49-53). El Señor tiene muy claro que, inclusive dentro de un mismo grupo familiar, habrá personas que amen a Cristo y habrá otros que lo rechacen. Inevitablemente surgirán diferencias a raíz de la fe. 

Las razones por la cual una persona rechaza el nombre de Cristo su mensaje, y a nosotros sus seguidores, pueden ser múltiples. Uno de los motivos actuales suele poner el fundamento del rechazo en criterios de tipo ideológico: hay personas que piensan que seguir a Jesucristo supone un obstáculo para ser libres, felices, para conocer la verdad científica, etc. Aunque sabemos perfectamente que todos esos argumentos son falsos, esas personas asumen esos postulados como fundamento suficiente.

La inmensa mayoría de las personas rechaza el mensaje de Cristo porque lo ven como un obstáculo hacia su propio concepto de vida. Hay personas que entienden que su vida alcanza "su plenitud" en el desorden, en los placeres y en el pecado. Evidentemente, el mensaje de Cristo se convierte en un fuerte reclamo a ese modo de vivir. Entonces, la decisión es práctica: no quiero escuchar el mensaje, entonces, no escucho al mensajero. Así rechazando el mensaje y a quienes de algún modo lo transmiten, ellos encuentran el camino despejado para seguir en su proyecto personal de vida.

Es fácil venirse abajo al reconocer que hay personas a quienes queremos que son reacias a aceptar a Jesucristo por motivos ideológicos o por motivos prácticos. La relación con ellos en ese particular no se torna fácil. Pero también hemos de saber que resulta inevitable que esas cosas ocurran porque ya no los advirtió Nuestro Señor. No existe una solución mágica para esto, pero lo que sí es seguro es que la oración de intercesión ante Dios por su conversión será lo mejor que podamos hacer. Con ello y con nuestro buen trato, haremos lo mejor que tenemos en nuestras manos.

La Palabra nos recuerda que ese mismo camino lo recorrió el Maestro, y que por ello alcanzó la victoria definitiva, invitándonos a imitar el ejemplo de Cristo Jesús: “Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo” (Hb 12, 4). 

Ante la propuesta de Cristo Jesús cada uno de nosotros debe dar su respuesta personal. Mantengámonos firme en el seguimiento el señor siendo conscientes de que podemos ser como el señor signo de contradicción.

A Cristo Jesús El vencedor la gloria el honor y el poder por los siglos de los siglos.


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