El reino del mal y la Familia de Cristo
Hoy las lecturas de la Santa Misa son ricas en contenido. Se podría reflexionar sobre múltiples temas, pero me detendré sobre un par de ellos.
Las lecturas nos hablan de la existencia del demonio. Ya en la primera lectura (Gn 3, 9-15) escuchamos el relato conocido como el del pecado original, y allí, el autor sagrado quiere dejar constancia de que un ángel malo quiere apartar los corazones de los hijos de Dios. Y el pasaje del Evangelio (Mc 3, 20-35), el Señor no solo reafirma eso, sino que pone en evidencia la afirmación ridícula de que la acción de Cristo es obra del demonio.
El Maestro afirma que el demonio tiene como razón de su existencia hacer que los hijos de Dios aparten su corazón y su vida del trato con Dios. Por eso, todo lo que pueda apartarnos del amor de Cristo tendrá el título de “demoníaco”. No obstante, eso, hay una situación peor: poner en duda el poder de Cristo y su salvación. Eso es lo que Cristo Jesús llama “blasfemia contra el Espíritu Santo”.
Al contrario de quienes se dejan seducir por la acción del demonio o que reniegan del poder de salvación de Cristo Jesús, el Maestro propone la familiaridad con Dios. Contra el reino del demonio, la familia de Cristo.
Ante una referencia perfectamente terrenal (le avisan de su madre y sus parientes), el Maestro aprovecha para darnos una lección fundamental: su Madre, María, es la que cumple la voluntad de Dios. Nosotros, en la medida en que pongamos en práctica el camino de salvación que nos ha propuesto, seremos su familia: seremos sus hermanos.
No se trata de clasificar el mundo de manera maniqueísta (los buenos vs. los malos), sino de la intención del hombre con respecto a Dios: en algunos momentos puede dejarse llevar por la ilusión y los encantos del demonio, otras, seguir la voz de Cristo. Dios nos llama a formar parte de la familia de Cristo Jesús.
Sería bonito que cuando vayamos a su presencia, Él nos reciba en el cielo diciendo: “este es mi hermano, esta es mi hermana”. Que las bendiciones del cielo te acompañen siempre.
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