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¿qué es la sencillez de corazón?

 Las lecturas de este domingo tienen una riqueza particular que nos invita a reflexionar sobre un aspecto importantísimo de nuestra vida espiritual: la sencillez de corazón.

Evidentemente, el mundo desconoce lo que significa sencillez de corazón. La razón es porque el mundo pone el fundamento de sus criterios en la apariencia: Lo que parece más exótico o más caro o más elegante es lo que el mundo valora como mejor. Y no existe una relación necesaria entre bondad y apariencia.

Hay una suerte de fábula en la que un padre pregunta a su hijo si escuchaba algo además del canto de los pájaros. El hijo le responde que oye una carreta. El papá le dice que es una carreta vacía. El niño le pregunta que cómo lo sabe, sin verla y el papá le responde: “Es muy fácil. Sé que está vacía por el ruido. Cuanto más vacía está la carreta, más ruido hace”.

Las personas que carecen del valor más grande –Dios salvador y señor– y de otros valores, suelen tratar de llenar el vacío haciendo un desgaste en cosas exteriores, tratando de hacer saber a otros que ellos son “alguien”. Buscan inútilmente en dar un sentido a su vida tratando de impresionar a los demás.

Por otra parte, aferrarse a la apariencia externa supone un esfuerzo muy grande y un desgaste para el alma. Las personas sufren un gran agobio cuando, por más que se esfuercen, no logran el objetivo de impresionar a otros. Entonces, van en búsqueda de otras actividades que procuren el fin que desean. Al final terminarán inevitablemente frustrados.

La sencillez de corazón es la virtud del cristiano que entiende que lo más importante de su vida es Cristo Jesús y todas las demás cosas son accesorias. No es que lo demás no sea importante, sino que su valor es relativo. Cuando las personas entienden que la felicidad la encuentran en Cristo Jesús, entonces no es una prioridad impresionar a los demás o hacerle saber a otros que soy “alguien importante”. Acercándonos a Nuestro Señor Jesucristo, como escuchamos en el Evangelio de hoy (Mt 11, 25-30), podemos descargar nuestro cansancio y el agobio de nuestra alma porque habremos encontrado en Él el alivio para nuestro corazón.

Hoy es una ocasión más que propicia para que nosotros examinemos nuestra vida y pensemos cuánto esfuerzo y desgaste hacemos por impresionar a los demás y cuanto dedicamos nosotros a tener a Jesucristo en el corazón. ¿Qué importancia le damos nosotros a la apariencia externa? ¿hacemos del impresionar y agradar a los demás el fin de nuestra existencia? ¿Nos lleva a olvidarnos de Cristo? ¿Somos conscientes de que la verdadera y autentica felicidad esté en Jesús?

Que Nuestro Señor Jesucristo, manso y humilde de corazón, nos ayude a encontrar descanso para nuestra alma.

Comentarios

  1. Mario, sacerdote.
    Muy bonita la homilía y muy expresiva la metáfora de la carreta vacía. Te agradezco que compartieras tu reflexión

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