También nosotros podemos hacerlo...
Este domingo, en la lectura del Evangelio (Jn 2, 1-11) escuchamos el pasaje de las Bodas de Caná, en el que el Señor Jesús, a petición de su Madre, realiza el primer milagro, aunque el momento de dar su testimonio público no había llegado. La riqueza del pasaje se acrecienta cuando reparamos en los detalles. Se trata de una celebración nupcial a la que habían sido invitados María y José, con lo cual eran personas cercanas a ellos. Las fiestas de bodas, en la época en que el Señor peregrinó en medio de los hombres, tenía una importancia social. Se trataba de dar un testimonio público del amor de los esposos, de su alianza, y de compartir la alegría con sus parientes y allegados. Las fiestas de las familias pudientes podían durar un par de días, las de los que tenían menos recursos eran mucho más sobrias. Y, el caso de unas familias de modestos recursos que improvisamente se vieran superados en las estimaciones de las personas invitadas, significaba pasar un momento desagradable, qu...