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Buscarán razones para no escuchar

 Los seres humanos somos complejos y por eso, en muchos casos, resulta imprevisible cual es la decisión que puedan tomar. Hay un estudio estadístico, por ejemplo, que dice que alrededor del 50% de los pacientes no cumple correctamente el tratamiento, decidiendo ellos cuál es la mejor manera de hacerlo.

La sabiduría popular ha recogido en un refrán una actitud común de muchos: no hay peor sordo que quien no quiere escuchar. Y es cierto. Existen múltiples motivos por los que un sujeto no quiere escuchar lo que le dicen. Y las lecturas de hoy son un ejemplo de ello.

En la primera lectura (Ez 2, 2-5), el Señor escoge al profeta Ezequiel para enviarlo a su pueblo y le advierte que son un pueblo muy terco. Ya en épocas pasadas no quisieron escucharle y que probablemente ahora tampoco quieran oír el mensaje que Dios tiene para ellos. Pero en todo caso, el profeta tiene que anunciarles a ellos el mensaje de parte de Dios.

En el pasaje del Evangelio (Mc 6, 1-6), el Maestro se encuentra en su pueblo anunciándoles el mensaje de salvación. Muchos de los que estaban allí conocían desde hace tiempo al Señor. Y viéndole hacer milagros y hablando con autoridad se preguntaban quién era Él, pero en tono burlesco: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?”. Ellos creían que conocían al Señor porque lo habían visto con frecuencia. Encontraron un motivo para no escuchar a Jesús.

Cristo Jesús ha dispuesto que su Iglesia anuncie el mensaje de salvación a todos los hombres. De entre todos ellos, habrá quien esté dispuesto a escuchar y habrá quienes encontrarán algún motivo para no prestar atención al mensaje de salvación. Y hemos de contar con ello a la hora de hacer nuestro apostolado: Simplemente habrá personas que no nos querrán escuchar. No por ello debemos dejar de anunciar a Cristo.

Esto también puede ocurrir con nosotros: Cuando nos corrigen o nos orientan o escuchamos alguna indicación para nuestra vida espiritual que nos incomoda. La tentación de buscar algún motivo para desacreditar el mensaje o al mensajero es constante. Así que también nosotros somos capaces de comportarnos como los paisanos de Jesucristo.

El remedio a este mal está en un sincero examen de conciencia que nos ayude a descubrir en las razones por las que no queremos escuchar el mensaje. También podemos hacer el propósito de prestarle más atención al contenido del mensaje que a otras circunstancias externas. Debemos prestar más atención al mensaje que al modo en que no lo dicen o también a quien nos lo dice.

Todos nosotros tenemos el deber de anunciar el mensaje de Cristo Jesús y tener perfectamente claro que habrá personas que no querrán escucharnos. Y debemos estar conscientes de que nosotros podemos también cerrar los oídos al mensaje de Cristo Jesús.

Que el Señor Dios Todopoderoso nos ayude y bendiga siempre.

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