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La Voluntad de Dios no es siempre como la pensamos

 Hoy, último domingo del tiempo de adviento, coincide con la víspera de Navidad. Y el relato del Evangelio nos presenta hoy la escena de la Anunciación (Lc 1, 26-38). En la primera lectura, escuchamos el mandato del Señor a Natán para que anuncie a David que no será él quien le construya un Templo, sino su hijo. Y le promete, además, que su trono será estable eternamente (2 Sam 7, 16). Dios le hace saber al profeta Natán que se había equivocado al decirle a David que estaba haciendo la voluntad de Dios.

Nosotros sabemos que Cristo Jesús es el cumplimiento de la promesa que Yahweh hizo a David. Los líderes de Israel de entonces no pensaban igual. Porque el querer de Dios no es siempre como nos imaginamos o pensamos.

Seguramente, los líderes esperaban que su nacimiento fuese anunciado con fastuosidad y se hubiesen presentado los potentados de la época. Pero la decisión de Dios fue otra: un ángel le dice a una joven en Nazareth.

Probablemente, esperaban que su nacimiento fuese el evento de Israel, pero como escucharemos en la Palabra del día de Navidad, fue un evento, pero no el que ellos esperaban.

En el imaginario de muchos estaría la figura de un rey que aglutinaría sus huestes para lanzarse a una lucha sin cuartel contra los enemigos de Israel, pero no fue así.

Es un momento propicio para aprender que la Voluntad de Dios no siempre coincidirá con lo nosotros queremos, pensamos o interpretamos. La Voluntad de Dios será lo que Dios quiera.

Este último domingo de Adviento es el momento propicio para decirle a Jesús: como Tú cumpliste la Voluntad del Padre, que yo pueda hacer tu voluntad donde quieras, cuando quieras y como quieras.

Que el Niño Jesús nos bendiga a todos.

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