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La respuesta es tuya

 Este domingo, las lecturas de la Santa Misa quiere presentarnos la voluntad de Cristo de dejar a Pedro como líder de la comunidad de creyentes. De ahí el simbolismo de las llaves que escuchamos en la primera lectura (Is 22, 19-23) y en el Evangelio (Mt 16, 13-20).

En el relato del Evangelio nos presenta una situación que nos debe llevar a la reflexión. El Maestro hace una pregunta genérica y de fácil respuesta: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Después de escuchar lo que dicen otros, el Señor pasa a la pregunta personal: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.

Nuestra respuesta va a depender de como nosotros comprendamos a Nuestro Señor Jesucristo. Y esa respuesta es importante: de cómo respondamos va a depender nuestra actitud hacia Él. Si es un personaje importante (como un prócer), si es un maestro filosófico (como Aristóteles, Kant o Hegel) o espiritual, o también, en definitiva, como el Dios Salvador.

Nuestra respuesta va a marcar nuestra vida y relación con Jesucristo. Si no es alguien importante para mí, no habrá ningún tipo de referencia en mi vida. Lo que no es importante queda en el olvido.

Un ejemplo pueda que te ayude. Uno de los documentos más importantes de la historia patria es el libro de actas del congreso constituyente de Venezuela. Ese libro estuvo extraviado casi 100 años hasta que fue hallado dentro de la banqueta de un piano en una casa. Durante todo ese tiempo, nadie consideró importante ese libro y por eso estuvo olvidado y escondido.

Algo similar puede pasar con Cristo Jesús: no reconocerle cual es (Dios y hombre verdadero, Salvador y Señor) puede hacer que lo releguemos al olvido y no sea alguien importante para nosotros en nuestra vida.

Hoy Cristo Jesús te pregunta: ¿Quién dices tú que soy yo? Ahora debes dar tu respuesta, respuesta que marcará tu relación con Él.

Al Señor Jesús la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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