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Para saber apreciar

Hoy nos unimos a toda la Iglesia en la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Como bien sabemos, es el misterio de un solo Dios y tres personas distintas de la misma naturaleza e iguales en dignidad.

Una de las consecuencias que ha dejado la sociedad moderna es el hecho de dar poco valor a las cosas espirituales y confiar más en la tecnología y en las capacidades propias. De hecho, la cultura ha ido desfigurando el rostro de Dios. Dios ya no es visto como el ser más importante, como el bien más grande y como la verdad que da un sentido a todas las cosas de nuestra vida. Hoy Dios es percibido como una especie de oficina de quejas y como un siervo que debe acudir a resolver todos los desastres que puedan cometer los seres humanos.

Así las cosas, no pareciera ser importante saber y, por lo tanto, experimentar en la propia vida que Dios es uno y trino.

En las cosas que tienen que ver con nuestro Señor, la sociedad considera como suficiente un conocimiento superficial cuando no mediocre. Y precisamente esa es la causa por la que cierra las puertas a cualquier experiencia que le pueda reportar un significado superior a los eventos de nuestra vida. 

Dios es Padre. Es la fuente y el origen de todo. Es la razón por la cual nosotros vivimos, nos movemos y existimos (Hech 17, 28). 

Dios es Hijo. Él se ha hecho uno como nosotros y por eso nadie puede comunicarnos mejor la verdad que nos hace libres. Dios y hombre verdadero es el único mediador entre Dios y los hombres (1Tim 2, 5). Él nos alcanzó la salvación y nos ha dejado un camino para que seamos felices ya en esta vida.

Dios es Espíritu Santo. Como ya tuvimos oportunidad de reflexionar el domingo pasado, es el alma de la Iglesia y el que obra la santificación en la vida de los creyentes. Gracias al Espíritu Santo podemos llamar a Dios "Abba" (Rom 8, 15) y profesar que Jesucristo es Señor (1Co 12, 3).

En definitiva nuestra vida se mueve constantemente dentro del misterio de la Santísima Trinidad. Y eso ya da un significado nuevo a todo. Pero es necesario un alma delicada que pueda apreciarlo, aceptarlo y vivirlo. De lo contrario, el misterio de la Santísima Trinidad no tendrá ningún valor para esa persona y, por lo tanto, ningún efecto en su vida.

No en balde es el misterio más importante de nuestra fe: porque da un sentido definitivo a todo.

Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo nos bendiga hoy y siempre.

Comentarios

  1. Amén. Dios le bendiga. Feliz día de la Santísima Trinidad,

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