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Les pondré pastores

 Las lecturas de este domingo ponen de relieve la figura del pastor. Y sobre eso haremos una pequeña reflexión.

Ha sido voluntad de Dios servirse de mediaciones humanas para realizar su plan de salvación. Ya en el Antiguo Testamento observamos que el Señor elige a personas concretas para ir construyendo la historia de Israel y la historia de su Providencia Salvadora. Escogió a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés, a los jueces y a los profetas. Esa es la voluntad de Dios.

Una religiosidad que se fundamente en una relación directa con Dios o de una religión sin pastores es una utopía. En la práctica, este tipo de manifestaciones tienen como objetivo la creación de una religión a propia medida.

Naturalmente, la voluntad del Señor es escoger personas para destinarlas a su servicio en favor de los hombres. En las páginas del Evangelio leemos que el Señor Jesús escogió, de entre sus discípulos, a doce para que fueran sus apóstoles. La elección del Señor no implica necesariamente que los elegidos vayan a cumplir su misión sin errores y sin faltas. La condición humana no desaparece con la elección del Señor.

Puede suceder, y de hecho sucede, que algunos pastores se desvíen de la voluntad inicial de Cristo Jesús y busquen otros intereses. Ya este fenómeno ocurría en el Antiguo Testamento, y mereció el reproche de Dios como escuchamos en la primera lectura (Jer 23, 1-6).

Nuestro Señor sabe perfectamente a quienes elige y eso no elimina su libertad. Todavía hoy podemos encontrar obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y otros servidores en la Iglesia que no llevan una conducta consecuente con la misión que se les ha encomendado. Pero, de ninguna manera eso debe afectar la vida de la Iglesia ni manchar el nombre de Cristo.

Todos los que hemos sido llamado a servir al Señor debemos tener claro a quién servimos. En el salmo hemos repetido “el Señor es mi Pastor nada me falta” (Salmo 23). A Él nos debemos.

El que hayamos sido elegidos por Dios para una misión no significa que seremos perfectos. Significa que confiamos en Dios a pesar de nuestras miserias. El que podamos tener defectos no es la excusa para no aceptar la Voluntad de Dios de servirse de seres humanos. Nuestro Señor Jesucristo seguirá confiando en seres humanos para llevar su mensaje. Y la razón principal es ésta: todos tienen necesidad de la Palabra de Dios, aunque muchos no lo sepan (Mc 6, 30-34).

Hoy debería nacer en nosotros el compromiso  de orar por nuestros pastores y de tener la disposición de corregirlos cuando veamos que se han equivocado. Así nuestra Iglesia será mejor y cumpliremos la voluntad de Cristo.

Bendiciones para todos.

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