Ir al contenido principal

Domingo de la Santísima Trinidad - Ciclo B


El libro del Deuteronomio es como el primer catecismo de Israel. Se resume en tres largos discursos de Moisés toda la enseñanza de Moisés. En el primer discurso, Moisés recuerda al pueblo las maravillas que hizo Yahweh en medio de ellos. Les invita a rechazar y alejarse se cualquier cosa que pueda poner en peligro la fe en Dios: idolatría, superstición. Al final del discurso, que escuchamos en la primera lectura de hoy, Moisés invita a todo el pueblo —nosotros incluidos— que haga el obsequio generoso de la inteligencia y la voluntad a Dios Todopoderoso. Eso es lo que se llama fe: “Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre
            Hoy que celebramos el Domingo de la Santísima Trinidad es una ocasión propicia para que renovemos nuestra fe en el Dios Único y Verdadero, Trino en personas. Toda nuestra vida cristiana se mueve en medio de este gran misterio. Desde el inicio: Comenzamos nuestra vida cristiana, recibiendo el bautismo, en donde recibimos la ablución del agua “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y toda la liturgia, los actos de culto que son manifestación de nuestra fe, está orientada a la alabanza de la Santísima Trinidad.
            Con respecto a esto último, quiero llamar tu atención sobre dos actos de culto. Uno que lo hacemos casi a diario (la señal de la cruz) y el acto de culto por excelencia: la Santa Misa.
            Cuando hacemos la señal de la cruz decimos: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Es un pequeño, pero significativo acto de fe. Indica que lo que hacemos, o al menos, en ese momento, invocamos el misterio central de nuestra fe. La pregunta obligatoria es: ¿Con cuánta conciencia y con cuánto respeto lo hacemos? El Santo Padre ha hecho un llamado de atención reciente sobre este particular.
            La Santa Misa comienza y termina con la invocación a la Santísima Trinidad. Toda la Eucaristía es una oración constante y un memorial a la Santísima Trinidad.
  • En la oración colecta de la Misa terminamos con la intercesión de “Jesucristo que vive y reina con el Padre en unidad del Espíritu Santo”.
  • El himno del Gloria es un canto en donde se alaba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
  • Después del ofertorio, el sacerdote pide que oremos para que el Sacrificio que se presentará sea agradable a Dios Padre todopoderoso.
  • Cuando comienza la Plegaria Eucarística decimos: “Santo eres en verdad, Señor, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios” (Plegaria Eucarística III).

            En todos los actos de culto estamos inmersos en el misterio de la Santísima Trinidad. Y cada uno de nosotros debemos ser conscientes de esto y enriquecer nuestra vida espiritual.
            Por eso, que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti, tu familia y te acompañe siempre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

1) Composición de lugar             El Señor está consciente de que su hora de morir ha llegado. 2) Confianza y abandono La oración de Jesús, en este momento de sufrimiento —« Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu »— es un fuerte grito de confianza extrema y total en Dios. Esta oración expresa la plena consciencia de no haber sido abandonado.

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

1) Lo que esperamos obtener de Dios no siempre es lo mejor para nuestra vida . Más de una vez nos habremos dirigido al Señor pidiéndole algo seguramente importante. Y más de una vez el Señor no nos concedió lo que le pedimos. Sin embargo, no nos debe quedar la menor duda de que lo que ocurrió redundará siempre en nuestro bien, aunque en el momento no lo entendamos o no lo veamos con claridad. Marta y María le mandan a avisar a Jesús que Lázaro está muy mal. Jesús no responde inmediatamente. Finalmente, Lázaro fallece. Cuando Jesús se hace presente, Marta le dice: “Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”. Marta esperaba que el Señor sanase a su hermano, pero no imaginó nunca que fue lo mejor que pudo pasar, porque con ello dio una muestra fuerte de su poder y su hermano volvió a la vida. 2) La verdadera vida está en Jesucristo . Hoy el término “vida” está relacionado más con el desorden y el placer. Y eso no es vida. La verdadera vida es la comunión de vida y a

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en nosotros y en la Iglesia?

Es una pregunta interesante. No responderla implica el repetir hasta la saciedad que el Espíritu Santo actúa en nosotros y no tener idea de qué estamos hablando. Básicamente, el Espíritu Santo actúa ordinariamente de dos modos. Primero : El Espíritu Santo nos concede la misma vida de Dios. En los sacramentos, nosotros recibimos la gracia santificante. Esto quiere decir que recibimos la condición de hijos de Dios en el bautismo y, mientras tengamos la intensión de vivir según la Voluntad de Dios (eso es vivir en santidad) conservaremos esa amistad con Dios. Si por debilidad, descuido, pereza o maldad perdemos la gracia de Dios, el Espíritu Santo nos concede el perdón por el sacramento de la confesión. El Espíritu Santo hace posible nuestra vinculación con la familia de los hijos de Dios. Segundo : Con sus dones. En la tradición bíblica y en la tradición cristiana católica se identifican siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, pieda