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EL COMPROMISO DE VIVIR CON UNA BUENA CONCIENCIA ANTE DIOS



En la segunda lectura de la Santa Misa de hoy san Pablo cita el diluvio universal, cuyo final escuchamos en la primera lectura. San Pablo se refiere al agua del diluvio como “figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes”. Al mismo tiempo, el Apóstol se refiere al significado del bautismo: “no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios”.
El bautismo, hecho importante en la vida de cada uno de nosotros, marca un final y un inicio. Marca el final de una vida separada de Dios, donde dominaban otros criterios mundanos, donde reinaba el egoísmo, la avaricia, la lujuria. Marca el final de una vida encadenada, dominada por el pecado, de alegrías pasajeras. El bautismo marca un inicio: de una vida vivida rectamente delante de Dios, de saber y tener al Señor presente en todo momento, de hacer todo para la gloria de Dios. Marca una vida de liberación y de salvación, de felicidad plena.
Probablemente muchos podrán argüir que ellos no se acuerdan o no estaban conscientes cuando lo bautizaron. Es un argumento necio: es la misma actitud que tendría un niño que le reclama a sus papás que por qué viven en la casa donde viven si él no se acuerda o estaba consciente de cuando se mudaron allí.
El creyente está llamado a hacer fructificar la gracia del bautismo: a rectificar su vida cuantas veces sea necesario. Nosotros estamos expuestos a la tentación. No está excluido el que alguien pueda caer en la tentación por debilidad o por maldad. El Señor te llama al arrepentimiento y a la conversión. Todos los días. Te llama a caminar tu vida con el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios.
¡Ánimo! Que el Señor Jesús llene tu vida y tu familia de bendiciones hoy y siempre.

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