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La Palabra



Dentro del orden que Dios ha querido para que todos los hombres alcanzáramos la gloria eterna está la Sagrada Escritura, la Biblia, la Palabra de Dios escrita.
En su designio salvador, Dios ha inspirado a algunos hombres para que pusieran por escrito parte del mensaje de salvación, para que nos sirviera de guía segura. Desde los inicios, los israelitas y los cristianos han mostrado un particular respeto por la Palabra revelada. De hecho, vemos un gesto de respeto con respecto a la Sagrada Escritura: el Pueblo de Israel se pone de pie cuando Esdras abre el libro de la ley, y Nuestro Señor hace la lectura del libro de Isaías de pie.
La primera lectura de hoy nos deja otra enseñanza: cuando Esdras leía el libro de la ley “todo el pueblo estaba atento a la lectura”. Tenían la conciencia de que Dios estaba hablando y por eso ellos escuchaban. Es triste decirlo, pero los cristianos católicos de hoy no prestamos atención a la lectura de la Palabra,
ni siquiera en Misa. Es increíble percatarse de que muchos de los que salen del templo parroquial después de de Misa no recuerdan nada de las lectura, ni siquiera la del Evangelio. Eso sin contar que la inmensa mayoría de los fieles no lee la Biblia, y para muchos es casi un objeto de adorno en casa.
San Pablo, en una carta que le escribió a Timoteo, dice unas palabras que resultaron ser proféticas y que realzan la importancia de leer y meditar la Sagrada Escritura: “Has de saber que en los últimos días vendrán momentos difíciles;  los hombres serán egoístas, amantes del dinero, farsantes, orgullosos, chismosos, rebeldes con sus padres, ingratos, sin respeto a la religión;  no tendrán cariño ni sabrán perdonar; serán calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, sinvergüenzas, llenos de orgullo, más amigos de los placeres que de Dios; ostentarán apariencias de piedad, pero rechazarán sus exigencias. Evita a esa gente... Tú, en cambio, quédate con lo que has aprendido y de lo que estás seguro, sabiendo de quiénes lo recibiste. Además, desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras. Ellas te darán la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para todo trabajo bueno” (2Tim 3, 1-5. 14-17).
Nosotros, los discípulos de Cristo, debemos leer y meditar la Sagrada Escritura. No es posible conocer el mensaje que nos salva si no leemos la Biblia. Es cierto que hay pasajes difíciles, pero, no se pierde nada con preguntar. Al contrario, se gana mucho.
Respeta, admira, lee y medita la Palabra. Es un camino seguro para la salvación.
Que Dios te bendiga.

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