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Saber mirar al final del camino

 Es algo coherente afirmar que no hay que perder de vista el objetivo. Y también es cierto que equivocar el objetivo es algo perjudicial porque nos hace perder tiempo y energías.

Y en las lecturas de la Misa de hoy, Dios y la Iglesia nos piden que sepamos poner nuestra voluntad en el final del camino de nuestra vida. Muy por el contrario de lo que pueda pensarse, el final del camino no es el momento de morir, como lo escuchamos en la segunda lectura: si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él (1Tes 4, 14)

El objetivo final de nuestra vida es la vida eterna. El momento definitivo ocurrirá con la segunda venida de Cristo, pero en la biografía personal puede ocurrir antes, cuando el Señor nos llame a su presencia. Sea uno u otro, es un encuentro definitivo con Cristo Jesús.

El gran peligro entonces es que no estemos preparados para ese momento. Y eso puede ocurrir porque nos distrajimos en cosas pasajeras y lisonjeras; o porque pensamos que ese momento no llegaría nunca porque estamos jóvenes y lleno de vitalidad; o, lo que sin duda alguna es lo peor, porque pensamos que lo único que vale la pena es lo que hagamos en esta vida y entonces nos entregamos al olvido de Dios.

Si atendemos a las gracias que Dios nos presenta a lo largo de nuestra vida, podremos rectificar el camino. Quiera Dios que eso no ocurra muy tarde como a las doncellas que al oír que venía el esposo, se percataron de que no tenían suficiente aceite y cuando trataron de remediar, ya era demasiado tarde (Mt 25, 1-13).

La llamada de atención de Cristo Jesús es válida: como no sabes cuándo el Señor te llamará a su presencia, estate atento a no perder el camino correcto. Y si te percatas que te has desviado, entonces rectifica el camino. No pasa nada malo con reconocer que te has equivocado, al contrario, te haces más fuerte porque confías en Cristo Jesús.

Estate atento, no dejes tu conversión para luego y confía en el Señor Jesús en todos tus caminos.

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