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El amor y el interés

 Las lecturas de este domingo tienen una belleza particular. En la primera lectura escuchamos el final de un relato enriquecedor: se trata de la curación de la lepra de Naamán el sirio (2Re 5, 14-17). En el Evangelio también escuchamos la sanación de un grupo de leprosos por parte de nuestro Señor Jesucristo y el reclamo qué hace el Maestro porque solo uno de los que fueron curados se devolvió para dar gracias a Dios (Lc 17, 11-19).

Ciertamente podríamos hacer una amplia reflexión sobre lo que significa la lepra en la Sagrada Escritura, pero más bien quiero hacer una reflexión sobre las actitudes de los personajes.

Naamán, después de un proceso donde tuvo que dejar a un lado su propia soberbia, accede a cumplir la voluntad de Dios manifestada por el profeta Eliseo. Naamán sabe mostrarse agradecido ante el Señor quien le ha mostrado su favor.

En el Evangelio, el Señor, ante la petición de los leprosos, les indica que vayan a cumplir un precepto de la ley que no es otro que presentarse ante el sacerdote para verificar su curación y ofrecer un sacrificio al Señor por su curación (Lev 14, 2-7). De camino quedan todos curados, pero solo uno, que el evangelista quiso hacer notar que era samaritano, se devolvió para dar gracias a Dios.

Y aquí tenemos un elemento para saber reflexionar sobre nuestra relación con Jesús. Podemos y debemos examinarnos si nos acercamos a Jesucristo por interés o nos acercamos a Jesucristo por amor.

Es una actitud muy frecuente entre los cristianos de hoy pensar que Dios es una especie de servidor o criado de casa que debe estar dispuesto a hacer todo lo que le pidamos. Y es un error que no debe tolerarse más. Ese tipo de personas se acerca al Señor por interés, es decir que solo espera obtener de Él un provecho personal. En el resto del tiempo, el Señor deja de ser alguien importante en la vida de esa persona. Buscan a Jesús solo por interés.

Diferente es la actitud de la persona que se acerca al Señor por quien es: nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Se acerca al Señor no por obtener un beneficio personal sino porque reconoce la grandeza y la majestad de Dios. Por eso, la actitud que le nace del corazón es de alabanza, bendición y Acción de Gracias antes que petición. Esa es la actitud de Naamán y la del samaritano que se devuelve para agradecer a Jesús.

El buen cristiano es el que se acerca a Jesucristo por quien es: nuestro Dios Salvador, nuestro Señor y el que le da un significado completamente nuevo y diferente a nuestra vida. Si solamente nos acercamos al Señor para obtener un favor no solo seremos malos cristianos sino que seremos un asco de personas.

Busquemos al señor por amor y no por interés. Bendiciones para todos.


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