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Evitar el litigio entre hermanos

Las lecturas de la Santa Misa nos invitan a elevar la mirada más allá de las consideraciones meramente terrenas. Hoy se nos pide ser héroes en algunas circunstancias.

En primer término, los hermanos en la fe deben procurar evitar cualquier tipo de enfrentamiento. La experiencia nos dice que son múltiples las razones por las que unas personas se pueden pelear. Desde una diferencia de apreciación en un juego de mesa hasta una posición política. No todas las personas tienen la madurez necesaria para saber asumir las diferencias y tener una sana dosis de tolerancia. El Maestro nos anima a dejar esas diferencias a un lado y mantener el alma limpia de cualquier resentimiento que pueda suponer un obstáculo para el trato con Dios y con los hermanos.

En la primera lectura, David busca alternativas al enfrentamiento con el Rey Saúl (1Sam 26,2.7-9.12-13.22-23). Una actitud similar debemos tener nosotros como seguidores de Jesús. Y así nos lo enseña el Maestro en el Evangelio (Lc 6,27-38).

Tener diferentes puntos de vista, de modos de hacer las cosas, de aficiones… es normal. No es normal que eso suponga una razón para justificar el enfrentamiento y el posible daño que hagamos a los demás. Los cristianos podemos y debemos ser mejores que eso.

Uno de los dones del Espíritu Santo –el consejo– nos ayudará a saber discernir cual es la mejor decisión en cada momento que nos lleve a evitar el enfrentamiento y que nuestra alma se vea contaminada de cualquier resentimiento.

El cristiano debe saber distinguir las relaciones con los hermanos de la relación del ciudadano con la autoridad. El reclamo de los propios derechos, así como la denuncia de las malas acciones de las autoridades no deberán ser omitidos bajo pretexto de evitar los litigios. Es una forma de ayudar a que la sociedad encuentre su punto de equilibrio.

Un último punto: es una forma de dar testimonio. Cuando asumimos con madurez y espíritu cristiano las diferencias entre los hermanos, mostramos que queremos cumplir ese mandamiento del amor que Jesús nos ha dejado.

Bendiciones para todos.


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