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¿Qué nos recuerda la solemnidad de todos los santos?

Este domingo coincide con una de las solemnidades más bonitas. Hoy la Iglesia recuerda, en un solo día, a todos los que han alcanzado el premio eterno. ¡Todos! No importa si han sido declarados por la Iglesia o no.

Hoy es una oportunidad para recordar que todos hemos sido llamados a ser santos. Lamentablemente, este llamado ha sido solapado por una caricatura de la idea de la santidad y porque muchos cristianos miran más a la conmemoración de los fieles difuntos.

Hoy se ha extendido mucho la caricatura de la santidad: se piensa que los santos son seres extraños, que viven retirados con la mirada perdida. En realidad, los santos caminan en las mismas calles que nosotros, toman el mismo transporte y realizan trabajos similares a los nuestros.

Santo es todo aquel que acepta a Jesucristo como el Señor y quiere seguirlo poniendo en práctica sus enseñanzas. Hoy escuchamos en el Evangelio una guía segura para alcanzar la santidad: las bienaventuranzas. Son unas frases hermosas pero que nos enseñan que dejarnos guiar por los criterios de este mundo no son la senda correcta.

  • Ser santo es vivir desprendido de las cosas materiales: jamás algo material valdrá más que una vida o que mi salvación.
  • Ser santo es mantenernos firmes en la adversidad y saber confiar en nuestro Señor Jesucristo, encontrando en Él la fortaleza para seguir adelante.
  • Ser santos es ser actores contra la injusticia, venga de donde ella venga.
  • Ser santos es amar al prójimo, especialmente, al más necesitado material o espiritualmente, siempre dispuesto al perdón, como hace nuestro Padre con nosotros.
  • Ser santos es vivir con autenticidad, alejando nuestro actuar de la hipocresía que mancha nuestra alma.
  • Ser santos es ser actores de la paz, en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestra patria.
  • Ser santos es saber que seremos criticados, difamados o injuriados por nuestro modo de vivir y actuar. Y aun así, no abandonamos nuestra fe, esperanza y amor en Cristo Jesús, porque tenemos la certeza de que esas cosas son pasajeras y la fidelidad será premiada por siempre.

Ser santos es ser felices con Jesucristo.

 

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