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La Pascua del Señor


La Pascua era la principal fiesta religiosa y nacional del pueblo de Israel. La Pascua nace con la intervención de un hecho extraordinario por parte de Dios y por la obediencia del pueblo de Israel a un ritual que Dios le ordenó. Debían matar un cordero o un cabrito, con la sangre pintar los dinteles de la puerta y comer todos juntos el cordero o el cabrito con pan ázimo y hierbas amargas (Ex 12, 1 – 14).
Ese mismo rito deben repetirlo todos los años. No solo repetirlo. Deben revivirlo. El más joven de la casa debe preguntar al jefe de familia por qué hacen eso. El jefe de familia responderá: es la Pascua del Señor (Ex 12, 25 – 28).
Ese día marcó para el pueblo de Israel la victoria de Dios sobre el enemigo. Y por eso lo revivían todos los años. Era para ellos un Memorial.
Con la resurrección de Cristo se marca también la victoria definitiva sobre el pecado, sobre la muerte y sobre el demonio. Por esto, esta noche, en la que todos los creyentes celebramos la victoria de Cristo con su resurrección, es para nosotros la más grande de todas las noches. ¡Cristo ha resucitado!
Este año el peligro de una pandemia lleva a tomar una decisión basada en el amor: renunciamos a participar en la vigilia Pascual por amor a nuestros hermanos: que ninguno se enferme, que ninguno se contagie.
No por eso dejamos de estar alegres. Desde nuestras casas podemos tener presente los símbolos de esta noche.

La luz: es el símbolo de la resurrección, es el símbolo de Cristo, es el símbolo de la fe. De la misma manera que la luz nos permite ver todas las cosas en su justa dimensión, la victoria de Cristo, su mensaje, y la persona de Cristo nos hacen ver todas las cosas desde los ojos de Dios y nos da un significado nuevo, diferente y pleno a todos los eventos de nuestra vida.

El agua bautismal: Desde los inicios de la Iglesia la celebración del bautismo ha estado unida a la resurrección del Señor (Rom 6, 4). De la misma manera que la resurrección implica la derrota del pecado, el creyente, al recibir el bautismo, renuncia al pecado. Con el bautismo, el creyente recibe una vida nueva porque deja atrás al hombre viejo. Con la resurrección de Cristo todos los creyentes ganamos una vida nueva, podemos ser hombres nuevos (1Pe 3, 21) porque nos hemos unido a Jesús (Gal 3, 27).

Hoy es un día de especial alegría. Es un día para celebrar. Aunque este año las circunstancias sean diferentes, siente la alegría de saber qué Cristo ha resucitado, que por su resurrección tú has sido salvado, que la salvación que te ofrece Cristo te hace un hombre nuevo y todas las cosas de tu vida tienen un significado nuevo.
¡Feliz Pascua de Resurrección!

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