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La sobriedad de Juan Bautista

Leemos en el Evangelio que Juan Bautista “usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre”. Ciertamente, este modo de vivir es algo extremo, pero sirve para llamarnos la atención.
Juan Bautista es un personaje respetado en la historia de Israel, inclusive por los mismos historiadores judíos. Su importancia no era mediática, sino basada en su testimonio de vida. La sobriedad con que vivía llamaba la atención y confirmaba sus palabras con testimonio de vida. Hasta Herodes, quien le hizo encarcelar, le tenía respeto y le escuchaba.
En la vida ordinaria de cada quien, podemos estar sujetos a cientos de necesidades, unas reales, otras imaginarias. Así, una persona puede estar preocupada por conseguir algo para comer esa semana, otra puede estar preocupada porque no consigue el teléfono celular de último modelo. Una mujer puede estar angustiada porque su hijo está enfermo, mientras que otra lo está porque no ha conseguido operarse los senos. Un hombre que sale de su trabajo puede estar angustiado porque quiere llegar a su casa a estar con su familia, mientras que otro lo está porque quiere llegar antes que cierren la licorería.
Estamos casi a las puertas de la Navidad. Navidad que es el nacimiento de Jesucristo, que ha querido formar parte de nuestra historia. Ése es el centro y la razón de ser de la Navidad. Hoy se ha caído en la tentación de convertirla en una fiesta “pagana” donde el nacimiento del Niño Dios pasa a un segundo plano.
El materialismo, el exhibicionismo, la envidia, la codicia… todas esas cosas son un obstáculo para el encuentro con Cristo. Son un obstáculo para el encuentro con los demás. Las relaciones interpersonales se vuelven vacías y pueden llegar a desaparecer porque no interesan las personas, interesan la apariencia y lo material. Todo eso distrae también en el trato con el Señor.
Hoy Jesús, con este pasaje del Evangelio, nos da un “toque”: Juan Bautista vivía sobriamente y eso confirmaba su testimonio. Hoy, en este tiempo de adviento, el Señor nos llama a vivir sobriamente y a poner nuestra atención en las cosas verdaderamente importantes: en el Señor Jesús, en el hermano. Dejemos la apariencia y el materialismo de lado. Eso nos distrae.

¡Que Jesús te bendiga!

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