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La venida de Cristo


Uno de los pilares de nuestra vida cristiana es la firme convicción de que Nuestro Señor Jesucristo vendrá a juzgar al mundo al final de los tiempos. Y eso lo decimos en el Credo.

El tiempo de Adviento, que hoy iniciamos, es una ocasión que nos brinda la liturgia de la Iglesia para vivir en nuestra vida esta verdad de fe que profesamos. De hecho,  la palabra “adviento” viene del latín y significa “llegada”. La Iglesia trae a la vida del cristiano la noticia de la venida de Cristo con ocasión de la celebración de la primera venida de Cristo al mundo: su nacimiento en Belén.

Lejos de pensar en el fin del mundo –que no sabemos cómo será ni cuando– la Iglesia invita a reflexionar:


  • Este mundo es pasajero: nosotros estamos llamados a la morada eterna, sin embargo, no quiere decir que no debemos preocuparnos por la construcción de un mundo mejor. Todo lo contrario: Es el momento propio para poner en práctica todo lo que el Señor nos ha enseñado.
  • Nosotros, los cristianos, estamos llamados a mantenernos “irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento” como escuchamos en la segunda lectura de la Misa de hoy. Es un tiempo para que renovemos nuestra vida cristiana y alejemos de nuestra vida todo lo que nos aparta de Cristo Jesús.
  • Finalmente, no olvidemos las palabras de Nuestro Salvador: “Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta“. El mundo, el demonio y la carne siempre nos están tentando. Hemos de procurar mantenernos firmes. Si cedemos por debilidad o maldad, el Señor nos espera para recibirnos. Arrepintámonos, acerquémonos a la Confesión y volvamos a la amistad con Dios.

Iniciamos el adviento, iniciamos el tiempo para preparar el nacimiento de Nuestro Salvador, Rey de reyes y Señor de señores.

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