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¡SE HIZO UNO DE NOSOTROS!



Cada hecho en la vida del Señor puede enseñarnos mucho. Dependerá del interés con el que nos acerquemos a la Palabra. Hoy, de entre las tantas cosas que podemos aprender:
El Señor en su vida terrena no quiso distinciones. Se hizo uno semejante a nosotros menos en el pecado. Una de las tantas cosas que el Señor recriminaba a los fariseos es el hecho de que hacían las cosas solamente para que los viera la gente y así recibir el aplauso de ellos. No les importaba el testimonio: se buscaban ellos mismos. El Señor desde los inicios de su vida pública dio muestras de que no quería ser muy diferente a los hombres normales como tú o como yo. Se acercó al Jordán como cualquier otro sin tener necesidad de ello. En el evangelio según San Mateo (3,13–15) hay un diálogo donde Juan Bautista se resiste pero el Señor le insta a cumplir la Voluntad del Padre. ¡Jesús es uno de nosotros!
Somos nosotros los que ponemos límites a la acción del Espíritu Santo. Juan Bautista fue muy claro: Jesús los bautizará a ustedes con el Espíritu Santo. Jesucristo, el Señor de todos (Hech 10, 36) ha instituido un sacramento para iniciarnos en la vida divina y con ese sacramento nos transmite el Espíritu Santo que, a partir de ese momento, comienza a vivir en nosotros. Su presencia se perfecciona con sus dones en el sacramento de la Confirmación. Nosotros tenemos al Santificador en nosotros. Cada uno de nosotros ha sido bautizado con el Espíritu Santo porque somos el objeto predilecto del corazón de Dios. Fuimos ungidos porque el Señor quiere hacer cosas grandes en nosotros y con nosotros. 
Los cristianos dejamos apagar el fuego del Espíritu. El miedo, la vergüenza, darle importancia al qué dirán los demás, buscar mil excusas, no querer comprometerse, el orgullo, la soberbia, falta de confianza, la duda, la superstición…. todas esas cosas le ponen grilletes y barrotes a la acción del Espíritu. ¿Por qué no hemos crecido más como comunidad cristiana? ¿Por qué cada vez cuesta más hallar vocaciones al sacerdocio o a la vida consagrada? ¿Por qué cuesta tanto los proyectos pastorales de la Iglesia? ¿Por qué no hemos logrado diferentes servicios en las parroquias? La respuesta es sencilla: no hemos dejado actuar al Espíritu que recibimos desde nuestro bautismo.
Jesús el Señor de todos te lo pide: no pongas freno a la acción del Espíritu.
¡El Señor nos bendiga a todos!

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